
Por Lester Wilson
Con el drástico descenso de las actividades petroleras en nuestra entidad, principalmente en los municipios de la zona Chontalpa, el gobierno de Andrés Granier Melo ha apostado por el fortalecimiento de la economía turística, destinando recursos para reforzar la infraestructura, apuntalar las cooperativas turísticas e integrar cada vez más ciudadanos a esta pujante industria que en otras entidades están convertidas en verdaderos polos de desarrollo.
El municipio de Paraíso, estratégicamente situado en la costa tabasqueña, por su incomparable geografía, bellezas naturales y potencial turístico, es uno de los que más han recibido el impulso en esta actividad, principalmente con las gestiones para recibir cruceros provenientes de otros países, así como el corredor turístico Puerto Ceiba – El Bellote – Chiltepec, de incomparable atractivo para los visitantes.

Sin embargo, los lugareños se encuentran irritados por las irregularidades que se han venido dando en la concesión de los espacios, donde ha prevalecido la preferencia hacia personas que no son de este municipio, amigos o parientes de las autoridades, cuando las oportunidades debieron ser primero para la gente que vive frente al malecón y para los habitantes de Puerto Ceiba, en general, quienes necesitan apoyo económico.
Pero estas irregularidades son triviales en comparación con la gravedad que representa la destrucción que llevan a cabo en el malecón “Pablo Márquez”, donde han derribado partes del muro para accesar los muelles y plataformas diversas en las orillas del río Seco, lo que está prohibido y viola flagrantemente los reglamentos ecológicos, ya que se arrojan desperdicios y residuos contaminantes como el combustible, originando un desequilibrio ecológico al destruir el hábitat de muchas especies.

Resulta que ahora todo mundo está haciendo muelles y construcciones a la orilla del río, sin tener los permisos y concesiones de ley, ante la mirada complaciente de las autoridades municipales, quienes ignoran que este tipo de infraestructura lesiona gravemente el lecho del río que brinda cobijo al hábitat natural de especies como el cangrejo, caracol, peces de diversa índole y un sinfín de ejemplares de la fauna silvestre.

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