7 de noviembre de 2008

Editorial

Reprobado el sindicalismo magisterial

No es la falta de recursos ni de personal docente, mucho menos de infraestructura, lo que mantiene al sector educativo en un marasmo de mediocridad, sino la existencia de un régimen sindical que ha secuestrado a la educación en Tabasco.
De nada sirven los esfuerzos que realizan los tres ordenes de gobierno por mejorar el sistema escolar, si el sindicalismo vicioso se empeña en anteponer sus intereses grupales por sobre los de toda una sociedad agraviada y que percibe la falta de compromiso del magisterio tabasqueño con la profesión.
En este reciente inicio de clases, los mentores pertenecientes al Sindicato Independiente de Trabajadores de la Educación en Tabasco (SITET) prácticamente se han olvidado de las aulas y se han dedicado a hacer grilla para apoyar a sus respectivos candidatos a la dirigencia de ese gremio.
El problema radica en que los educandos se quedan a la deriva en los salones de clases, muchas veces con maestros sustitutos que no están comprometidos con ellos porque no los sienten suyos y que no conocen el programa de trabajo del grado escolar correspondiente.
El “llanto y rechinar de dientes” es cuando llegan las pruebas Enlace y otras, donde realmente se ve la ineficiencia en el trabajo de los profesores que, dicho sea de paso, en las catorcenas religiosamente despachan a sus pupilos temprano o, en el peor de los casos, suspenden las clases para que puedan ir tranquilamente a cobrar el esfuerzo de su “trabajo”.
A esto hay que añadirle que existen maestros faltistas, viciosos, mujeriegos e irresponsables cuyo compromiso con la educación es casi nulo, mientras que afuera de las instalaciones de la Secretaría de Educación hay jóvenes maestros egresados de la Normal Superior con muchos deseos de trabajar y aportar los conocimientos que asimilaron en las aulas a favor de la niñez y juventud tabasqueña.
Son muy pocos los mentores que en verdad se ponen la camiseta y desquitan el sueldo que les paga el gobierno; son maestros muy modestos que no se meten en política y que diariamente preparan a conciencia sus clases. Pero sobretodo que le tienen un profundo amor a su vocación y a sus alumnos.
Puede decirse que las conquistas laborales alcanzadas por el sindicalismo son buenas y que los profesores tienen derecho a continuar exigiendo mejoras, pero también ya es tiempo que se pongan a trabajar en serio y que le devuelvan a la educación lo que ésta en conciencia les reclama.

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