7 de noviembre de 2008

Florece el sexo “lila” en plataformas petroleras


Por Ernesto Sanabria A.

VILLAHERMOSA, TAB.- “Mi nombre es Marcos, tengo 28 años. Soy un chico alegre, bien parecido. Trabajo en plataformas de Pemex y busco un compañero cariñoso y sincero…”. El anuncio en un periódico matutino de baja ralea llama la atención del reportero y éste, interesado en conocer sobre la vida cotidiana del mundo gay en instalaciones petroleras costa afuera, contacta vía Internet al anunciante para concertar una entrevista de carácter profesional.
“Soy moreno, tengo ojos cafés claros y cabello castaño. Originario de Las Choapas, Veracruz, rento un departamento en Ciudad del Carmen cuando bajo de plataformas. Si estás interesado en conocerme, podemos reunirnos el próximo fin de semana. Dime dónde nos vemos y voy por ti”, responde sugestivamente, a pesar de que se le explica el motivo de la pretendida entrevista.
Desencantado por su frustrada cacería amorosa, pero entusiasmado por la posibilidad de ser protagonista de una historia periodística, Marcos accede a charlar a través del chat cibernético y comienza a develar su personalidad, sus aventuras amatorias con otros compañeros de trabajo, su temor a contraer alguna enfermedad y, lo más grave, sus frustraciones por la discriminación de que es sujeto, a pesar de que está profesionalmente capacitado para desempeñar su labor de manera eficiente.
Marcos trabaja por contrato desde hace dos años en el área de cocina de una plataforma de perforación en el Activo Integral Cantarell. Al igual que el resto del personal, labora durante dos semanas continuas en las instalaciones y descansa otras dos; confiesa que en ese lapso de tiempo le da “vuelo a la hilacha” porque si bien tiene su desfogue carnal en el trabajo, cuando llega a Ciudad del Carmen no tiene que esconderse de nadie para ejercer sus hábitos sexuales.

Desenfreno

Poco a poco y en varias sesiones durante casi una semana, Marcos va desgranando sus experiencias, aunque el diálogo es un tanto atropellado porque se desarrolla de manera escrita y su conexión a Internet se interrumpe frecuentemente, provocando que se pierda a veces el hilo de la conversación.
“Mi compañero de dormitorio, Juan Manuel, es un ingeniero de Tamaulipas, antes trabajaba en Ciudad Pemex, de allá es su esposa… Un día, hace como cuatro meses, se estaba bañando, sin querer entré y lo encontré masturbándose, él se chiveó cuando me vio, pero luego con una seña me sugirió que se la mamara… Desde entonces, hacemos el amor cada vez que tenemos una oportunidad, cuando estamos arriba (en altamar)”, narra.
—¿Y cómo pueden llevar una relación de esa naturaleza en un ambiente cerrado, donde conviven más de 200 personas en una sola plataforma?
—Bueno, en realidad son encuentros muy breves, por lo general sexo oral o masturbación y cuando hay chance hacemos el amor. Juan Manuel y yo somos muy discretos, siempre buscamos lugares ocultos para amarnos: los baños, talleres, consultorios o a veces hasta en una oficina. Pero no somos los únicos, déjame decirte que aquí arriba hay mucha putería, hay unas ‘locas’ que les vale madre, andan con uno y con otro…
Con palabras impublicables, Marcos explica el “modus operandi” de los homosexuales para conquistar mancebos, aprovechando la prolongada abstinencia de contacto sexual con mujeres. Según el entrevistado, las plataformas de Pemex son ínsulas del placer carnal, versiones modernas de las bíblicas Sodoma y Gomorra.

Condiciones para embarcarse

El reportero cuestiona sobre los riesgos de contraer enfermedades de transmisión sexual (ETS) o VIH/SIDA, las medidas de prevención que aplica Pemex, los requisitos de estudios clínicos para poder trabajar en plataformas y otros temas relacionados con las consecuencias de las prácticas venéreas.
El entrevistado comenta que en el caso de los transitorios se les contrata según el área de trabajo, por ejemplo en perforación hay contratos por 28 y 90 días, con jornadas laborales de 12 horas por 12 de descanso o de ocho por 16; en mantenimiento y distribución los hay hasta por seis meses.
También existe el sistema de contratación a través de compañías proveedoras de la paraestatal; es decir, los emplean las empresas que le dan servicios de avituallamiento, transportación, construcción de infraestructura y otros servicios, pero las condiciones contractuales son similares.
Para extender o renovar un contrato, detalla, requieren la cartilla militar liberada, libreta de mar (que avala cursos de primeros auxilios y supervivencia en altamar), estudios mínimos de preparatoria, comprobante de domicilio, un examen médico general y la prueba de VIH/SIDA, condición prohibida esta última por la Norma Oficial Mexicana en materia de salud.
Marcos asegura que pese a no existir un control de las prácticas sexuales en plataformas, es difícil que se den casos de infección por VIH, porque el contrato colectivo de trabajo de Pemex obliga en su cláusula 106 que cada año se realicen exámenes de salud general a todo el personal. “Así se detecta cualquier caso de Sida”, deduce.
No obstante, las estadísticas oficiales de incidencia de VIH/SIDA —que se detallan más adelante en este trabajo— revelan lo contrario. Es más, el propio Marcos se contradice al reconocer que la Secretaría de Salud del estado de Campeche, en dos años que lleva trabajando para Pemex, apenas ha emprendido tres campañas de concientización y no lleva un control estricto de los exámenes aplicados.

VIH/SIDA en estados petroleros

Las 199 plataformas ubicadas en las regiones marinas Noreste y Suroeste de Pemex Exploración y Producción, ubicadas frente a las costas de Tabasco y Campeche, son operadas por trabajadores originarios en su gran mayoría de los estados de Tamaulipas, Veracruz, Tabasco y Campeche.
Casualmente, son precisamente estas entidades en donde se ha registrado una mayor incidencia de casos de infecciones por el virus de inmunodeficiencia adquirida (VIH), que deriva invariablemente en el mortal síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA).
Cifras actualizadas de la Dirección General de Epidemiología y el Registro Nacional de Casos de SIDA, organismos descentralizados de la Secretaría de Salud, establecen que Veracruz ocupa el tercer lugar nacional en incidencia con 10 mil 203 casos acumulados hasta junio de 2007, tan sólo por debajo del Distrito Federal (20 mil 709) y Edomex (11 mil 849).
En cuanto a Tamaulipas y Tabasco, se encuentran ubicados en los lugares 16 y 19 respectivamente, con dos mil 586 y mil 631 casos, que si bien no representan números destacados, al considerarse su población y las nuevas detecciones en los últimos dos años su prevalencia se eleva a niveles alarmantes.
Campeche es un caso muy particular, pues apenas tiene registrados 797 casos, pero al clasificar las cifras por municipios se observa que Ciudad del Carmen, puerto a donde la mayor parte de los trabajadores de plataformas arriban para desfogar sus ansias de diversión, ocupa el primer lugar de casos con 362 registros, que representan el 47.38% del total, muy por encima de la capital, Campeche, que es el principal núcleo poblacional del estado.

Catorce días de degenere

Apenas aterriza en un puerto, Marcos comienza su búsqueda de amantes. Confiesa que entre él y Juan Manuel hay un pacto establecido y que respetan fielmente: “en el trabajo él es todo mío y yo soy todo suyo, pero cuando bajamos cada quien por su lado: él se va a visitar a su familia a Ciudad Pemex y yo me quedo aquí en Ciudad del Carmen; imagínate nomás los reven’ que se arman en mi departamento”…
Se estima que alrededor de 20 mil personas trabajan en plataformas marítimas de Pemex, la gran mayoría aterriza cada 14 días en Ciudad del Carmen y de allí son trasladados vía terrestre a sus lugares de residencia, principalmente Tampico-Madero, Poza Rica, Veracruz, Coatzacoalcos y en menor escala Villahermosa.
Otros, como Marcos, se quedan en ese puerto y eventualmente salen a otras ciudades cercanas a buscar placer. Se le cuestiona que sus costumbres sexuales son de alto riesgo, pero responde ufano: “Yo me cuido mucho, nada de drogas… llevo una vida sana, mi dieta es muy rigurosa, aunque de aquello (risas) me como lo que caiga, siempre y cuando sean limpios y usen protección”.

Discriminación

Inmersos en una sociedad hipócrita y en algunos sectores demasiado conservadora, los homosexuales suelen ser discriminados en todos los sentidos y más aún en el ámbito profesional: A pocos molesta un estilista gay, o un sastre bisexual; pero un juez o un profesor reconocido por sus tendencias sexuales consideradas “antinatura” por mojigatos y homofóbicos, son mal vistos por la sociedad, al considerarlos una mala influencia para los subordinados.
En Petróleos Mexicanos la tónica es igual: Marcos asegura que la mayoría de los gays trabajan en el área de cocina o mantenimiento. “Hay uno que otro ingeniero o trabajador de alto nivel que caminan de reversa, pero se cuidan mucho para no quemarse, porque luego lo agarran a uno de carrilla y hasta lo discriminan”.
—¿Hay discriminación hacia la comunidad gay en plataformas?
—¡Claro que sí! Primero se burlan de ti todo el tiempo, luego te mandan a hacer trabajos que no te corresponden; en mi caso, que me encargo de preparar las comidas, a veces tengo que atender los dormitorios de algunos compañeros que me chantajean. Luego está lo de los contratos: a nosotros nos contratan en condiciones desventajosas, con cláusulas absurdas, como esa de que debemos presentar un examen negativo de VIH/SIDA, pero sabemos que eso es un tipo de discriminación y está prohibido por la ley.
Efectivamente, la Norma Oficial Mexicana NOM-10-SSA2-1993 para la Prevención y Control de la Infección por Virus de Inmunodeficiencia Humana (actualizada en marzo de 2000) establece que su observancia es obligatoria en todo el territorio nacional y para todo el personal que labore en unidades de servicios de salud de los sectores público, social y privado del Sistema Nacional de Salud.
En el punto 6: Medidas de Control de la citada normatividad, se dispone que la prueba de detección de VIH/SIDA “(6.3.3.) no se debe solicitar como requisito para el acceso a bienes y servicios, contraer matrimonio, obtener empleo, formar parte de instituciones educativas o para recibir atención médica”.
Asimismo: “(6.3.4.) No debe ser considerada como causal para la rescisión de un contrato laboral, la expulsión de una escuela, la evacuación de una vivienda, la salida del país o el ingreso al mismo, tanto de nacionales como extranjeros…”. E igualmente “(6.3.6.) Ninguna autoridad puede exigir pruebas de detección de VIH/SIDA a un individuo, o los resultados de las mismas, sin que presente una orden judicial”.
Sin embargo, para Pemex y sus empresas proveedoras esta NOM es letra muerta, ya que, como confirma el testimonio, se les exige la mencionada prueba clínica como condicionante para extenderles un contrato, so pena de remitirlos a la nómina de desempleados.
En esos términos, entre la discriminación, el ocio y el desenfreno sexual, transcurre la vida cotidiana en plataformas. Son catorce días de escarceos amorosos, de felaciones y penetraciones anales, de masturbaciones y caricias carnales entre fierros, gases mortíferos y chorros de crudo.
Desde el amanecer con el tradicional “mañanero”, en pleno día con el intenso azul que domina el horizonte, y hasta que el ocaso se matiza de tonalidades naranjas y marrones, los petroleros viven intensamente, como en un gigantesco burdel, sus días en altamar. (Tomado de la revista ORO NEGRO, ed. No. 40, 12/10/07)

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