30 de agosto de 2009

A vuelo de pájaro


“La Güera” Guerra, émulo de “La Quina”...
Petroleros condicionan plazas a cambio de votos...

Lester A. Wilson

En 1988, por las buenas o por las malas, Carlos Salinas de Gortari obtuvo la Presidencia de la República, a pesar de que Cuauhtémoc Cárdenas recibió el apoyo de Joaquín Hernández Galicia, sempiterno líder charro que saqueó como nadie lo había hecho al sindicato petrolero, negro episodio de la historia sindical en nuestro país, donde los derechos laborales de los trabajadores del STPRM fueron pisoteados hasta la ignominia, obligándolos a trabajar gratuitamente en la tristemente célebre “militancia”, donde lo mismo barrían calles, pintaban casas o arreglaban la jardinería de las mansiones de los caciques petroleros, quienes hacían todo tipo de negocios sucios para convertirse en millonarios de la noche a la mañana.
El negocio lo hacían los delegados del trabajo, quienes recibían ciertas cantidades económicas para que los trabajadores transitorios mantuvieran contratos y plazas, pero también se vendían las fichas, los ascensos y, por supuesto, las plazas definitivas (plantas), de donde se obtenían cientos de millones de pesos, y qué decir de la renta de autobuses a través de la Comisión de Contratos, renta de maquinaria pesada, tráileres y barcos que hacían sus socios, como la famosa Petroflota, de su compadre Sergio Bolaños, y en fin, un descomunal saqueo a la industria petrolera mexicana, ofensivo para el pueblo que en el papel es el dueño legítimo de la empresa que en ese entonces producía huevos de oro: Pemex.
Así se llevaba a cabo en todas y cada unas de las secciones sindicales del país, donde controlaban todo los incondicionales y achichincles de La Quina y Salvador Barragán Camacho —aquel tristemente célebre personaje que acostumbraba a perder millones de dólares apostando en casinos de Las Vegas, EUA— y si alguien se atrevía a contradecirlos o desobedecer sus políticas de despojo a los trabajadores y chantaje al gobierno federal, simple y sencillamente desaparecían, los asesinaban como hicieron con muchos a lo largo de los años.
Sin embargo, luego del famoso “Quinazo” que acabó de una buena vez con toda una red nacional de complicidades, compra de conciencias y autoridades coludidas en los tres niveles de gobierno, el gremio petrolero pareció sacudirse la escoria de los dirigentes corruptos y ambiciosos, se acabaron las famosas tiendas de consumo y las granjas donde los trabajadores petroleros hacían la “militancia” barriendo caca de gallina; sin embargo, este periodo realmente duró muy poco y pronto comenzaron a resurgir nuevos cacicazgos que retomaron el “quinismo” con mucho mayor fuerza, ante la pasividad de los verdaderos petroleros.
Entre estos últimos destaca la figura de Gustavo Guerra Espinosa, originario de Tamaulipas —el mismo terruño de Joaquín Hernández Galicia, casualidad, ¿no?—, quien hace más de diez años que se encuentra enquistado en la Sección 50, usurpando el poder que hace tiempo debió entregar y valiéndose de métodos verdaderamente gangsteriles para perpetuarse en el cargo, ante la complacencia de sus incondicionales, quienes gozan de privilegios de todo tipo mientras los trabajadores permanecen marginados, principalmente aquellos que han osado ponerse en su contra o levantar la voz, sufriendo todo tipo de represalias.
Para nadie es un secreto en Paraíso el enriquecimiento inexplicable de Gustavo Guerra Espinosa, quien de ser un trabajador gris y mediocre se convirtió en un potentado, dueño de diversas propiedades, fincas, mansiones y hasta un yate de lujo al estilo de Carlos Romero Deschamps, hoy por hoy su padre putativo y quien le dicta órdenes que lleva a cabo con una mansedumbre perruna digna de un reptil de la peor clase; para muestra, ahí están las plantas que acaba de adjudicar a docenas de trabajadores provenientes de Tula, Hidalgo, paisanos del dirigente nacional que vinieron a desplazar a los trabajadores paraiseños con mucho más antigüedad, lo que parece podría ser la gota que derrame el vaso, ya que decenas de ellos han iniciado marchas y plantones en contra de estas traidoras medidas, pues ya están cansados de las marrullerías del también conocido como “La Güera” Guerra.
El colmo de todo lo anterior es la pretensión de Gustavo Guerra de querer convertirse en el próximo diputado local por Paraíso —al igual que Roselia López, una dama de cuestionada fama pública— en contra de la voluntad del electorado, a quien en innumerables ocasiones humilló, ya que a muchos les ha dado con la puerta en las narices, lucrando con la necesidad de la gente sin empleo, pues todo mundo sabe que el liderzuelo de marras reinstauró la famosa “militancia”, es decir, el trabajo gratuito a manera de “labor social” que obligadamente realizan los petroleros, cuando en ninguna otra sección sindical se lleva a cabo, ya que lo consideran indigno y humillante.
Pero el temor que muchos trabajadores tienen a las represalias de Gustavo Guerra no es infundado, ya que son muchos los que han sufrido al quedarse sin contratos, la cancelación de sus ascensos, la supresión de derechos como préstamos, los insultos verbales, golpes y hasta desapariciones, pues el cacique no se tienta el corazón con tal de contener todo intento de rebelión; según algunos trabajadores que fueron sus allegados, es una persona rencorosa, de malos sentimientos y peores acciones, a quien le importa muy poco dejar sin comer a las familias e hijos de los trabajadores, con tal de escarmentar a quienes considera como sus opositores políticos.
Actualmente compró una candidatura a diputado local, pero una elección antidemocrática como las que se llevan a cabo en el sindicato petrolero es muy diferente a un proceso electoral municipal, donde el voto es libre y secreto; sin embargo, los mapaches a su servicio están diseñando nuevas estrategias para tratar de escamotear, por lo menos, la voluntad de los trabajadores petroleros, a quienes les están pidiendo que luego de votar por “La Güera” Guerra tomen una foto con su celular a la papeleta, con la finalidad de probarle al dirigente petrolero su “lealtad”, y con ello aseguren un contrato de trabajo para poder llevarle el pan a sus familias, ya que de lo contrario, sería mejor que se vayan olvidando de alguna oportunidad de trabajo en la paraestatal.
Obviamente, estas marranadas instrumentadas desde el edificio sindical petrolero ya están siendo estudiadas para contrarrestarlas, como por ejemplo el voto nulo, es decir que luego de votar por “La Güera” y tomar la foto, simplemente crucen el logo de otro partido, anulando el sufragio antes de caer en el servilismo, en la desvergüenza y la traición hacia el pueblo paraiseño, quien no se merece ser representado por un personaje tan inmoral como el émulo de “La Quina” Hernández Galicia, quien lejos de demostrar aprecio por este jirón de tierra al que llegó con una mano atrás y otra adelante —y en el que en unos años se convirtió en millonario— y sus habitantes, siempre les ha fruncido la nariz, demostrando todo su desprecio hacia este noble pueblo. Cabe mencionar que desde hace años no radica en el municipio, vive como rey en la ciudad de Villahermosa, y solo de manera ilegal podrá presentar alguna constancia de radicación.
Que nunca faltan los rastreros que le lamen las botas como a él le gusta, es cierto, pero afortunadamente son en su mayoría trabajadores foráneos, gentes de otras entidades a los que les da lo mismo si Paraíso se engrandece o empobrece; sólo unos pocos oriundos de este municipio, totalmente identificados, son quienes continúan vendiendo su dignidad como vulgares rameras de rancho. Ojalá les brote la virilidad, antes de que el pueblo les ajuste cuentas.

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