Editorial

Jugosos negocios de Pemex y sus Proveedores

Tabasco, y particularmente Paraíso, le han dado y le siguen dando a la nación un gran aporte gracias al principal recurso natural que representa la base de la economía mexicana: El petróleo.
Desde finales de los años 80’s, cuando la paraestatal hizo su arribo a Paraíso para poder instalarse en esta localidad, tuvo que derribar miles de árboles, acabar con los pantanos que habían en Torno Largo, donde había una gran fauna propia de la región, y además acabó con toda una selva de la cual dependían cientos de campesinos paraiseños.
Posteriormente perforó pozos petroleros, instaló los quemadores o mechones, plataformas petroleras marinas y desde entonces la contaminación es constante en este municipio.
Las autoridades de aquél entonces, que autorizaron y permitieron el arribo de Petróleos Mexicanos para mitigar la inconformidad que esto ocasionó en los lugareños, le vendieron a la gente la idea de que la mal llamada “empresa de todos los mexicanos”, iba a traer grandes beneficios al municipio.
Y si en ese tenor hacemos un análisis, en efecto, podemos decir que la actividad petrolera en Paraíso ha traído algunos beneficios a los locales, pero ante la magnitud de lo que aporta al país, por concepto de producción petrolera, son sólo migajas. En sus inicios Pemex trajo para realizar los primeros trabajos a personal procedente de Agua Dulce, Veracruz, Minatitlán y de otros estados y diferentes secciones petroleras; a unos cuantos paraiseños, por presiones de la misma gente, solamente la paraestatal los contrató como obreros o ayudantes, pero para los puestos importantes no; ciertamente, la mayoría de los paraiseños que acudían a pedir un empleo a Pemex, no sabían hacer nada.
Pero esa política de Pemex, de menospreciar y ningunear a los paraiseños, continúa, a pesar de que en la actualidad se cuentan en la localidad con profesionistas capacitados para desempeñar los puestos que esta empresa oferta; muchos jóvenes egresados de nuestras universidades se aburren de tocar las puertas en el sindicato petrolero en busca en un empleo, el cual le es negado, pero en cambio sí se contrata a profesionistas de otros estados, por el sólo hecho de ser familiares o amigos de los líderes sindicales petroleros o de los altos funcionarios de Pemex.
Más aún, hacia el interior de Pemex Exploración y Producción, Región Marina Suroeste, existe una gran complicidad y corrupción entre los funcionarios encargados de la licitación y ejecución de obras y proyectos que la paraestatal lleva a cabo, pues los contratos millonarios les son otorgados al mejor postor y los paraiseños solamente “vemos pasar enfrente de nosotros” los millones que se generan por la actividad petrolera, que van a parar a los bolsillos de vivales “fuereños”, a quienes en nada les interesa el porvenir de los habitantes del municipio que les da de comer.
Los contratos millonarios les son dados a expresas nacionales y extranjeras, que incluso ejecutan las obras a un costo mayor de lo que les plantean las empresas locales; las universidades locales no son tomadas en cuenta para participar y avalar proyectos que por norma de ley, Pemex tiene que ejecutar a través de una institución de educación superior, pero el predominio de la mayoría de los contratos son absorbidos por universidades foráneas como la UNACAR, la Universidad Tecnológica de Ciudad del Carmen, el Politécnico Nacional, entre otras. Y ni qué decir de las empresas locales paraiseñas, a quienes Pemex solamente les hace gastar en complicados trámites para que participen en las licitaciones que desde origen vienen amañadas con la finalidad de beneficiar a uno de los concursantes con los que los funcionarios tienen valores entendidos.
Es preciso entonces que el gobernador Andrés Granier Melo intervenga en este asunto y solicite a Pemex o ante quien tenga que hacerlo, una auditoría a fondo, para que esas prácticas de corrupción terminen, y los beneficios, en efecto, sean para los tabasqueños. Abundaremos en este tema en próximas entregas.